Domingo 20 ENERO  

 20:30 h.
Alfonso Del Valle

ALFONSO DEL VALLE: «¡GíœENO, GíœENO, GíœENO!»

Si George Brassens viviera y le hubiese llegado a Parí­s el nuevo disco de ALFONSO DEL VALLE: «Gí¼ena gente» –yo me habrí­a encargado de mandárselo–, estoy completamente seguro de que, tras escucharlo, aprovecharí­a la primera oportunidad que tuviera de venir a España para pasarse por Sevilla, sentarse de incógnito una noche en la Sala La Estación, y escuchar a Alfonso en directo... Y también estoy seguro de lo muchí­simo que habrí­a disfrutado oyéndole cantar... ¡Brassens conocí­a muy bien –porque era un ''maestro''– la quintaesencia de la auténtica ''canción de autor''!

«Me dicen que no tengo nada,
que no he sabido hacer fortuna.
Siempre se me cayeron las lunas
por el roto del pantalón.
Me dicen que no tengo nada
y yo les digo que se equivocan,
que tengo manos, que tengo boca
y muy mala reputación.
Cuando el viento va en otra dirección
me pongo el mundo por montera,
digo lo que me pide el corazón
y hago revolución.
Me dicen que no tengo nada
pero conservo los colores
a cuenta de no pedir favores
que me costaran la sumisión.
Me dicen que no tengo nada
y es que la gente no se entera
que a mi me basta una carretera,
mi guitarra y mi canción».
(''Carretera, guitarra y canción'')

Y es que Alfonso del Valle, con su corazón –sí­stoles y diástoles que alimentan su ternura y su libertad–, con sus manos, con su desbordante imaginación, con su boca y con su guitarra, va recorriendo los caminos regalándonos grandes canciones.

Canciones –como las que ha grabado en su último disco ˝Gí¼ena gente˝Ã¢Â€Â“ en las que podemos encontrarnos con situaciones cotidianas aparentemente intrascendentes, pero que al final te atrapan, te dan un revolcón y te emocionan...; encontrarnos con sentimiento...; con recuerdos –como el de aquel macuto de «Munich 72» que nunca llegó a tener–; con vivencias personales –con amores y desamores incluidos– pero sin alardes de trascendencia y, por supuesto, sin la directa intención de entusiasmar a las jovencitas ''mierdaliberarles'' de la primera fila que aplauden, corean y casi se ''corren'' escuchándole cantar...

En las canciones de Alfonso podemos hallar y disfrutar de la desnudez de un latido...; y todo ello sin dramatismo –aunque sea doloroso–, con buen humor; como algo que aparentemente no tiene demasiada importancia pero que al final duele, o conmueve, o te llena de ''mala leche''. Valga como ejemplo, cuando Alfonso fotografí­a magistralmente los ''suspiros'' que se siguen escuchando por toda España porque continúa habiendo gente que tiene que ''pirarse'' de su casa, de su pueblo y de su entraña para buscar trabajo recorriendo todaví­a los crueles y dolorosos rumbos de la emigración.