Martes 26 FEBRERO
21:30 h.
Cibelle (Festival Ellas Crean)
Cibelle Caballi (voz, efectos, guitarra), Simon Ribchester (guitarras, electrónica) y Vladimiro Carboni (baterÃÂa)
Existe un Brasil más allá del samba o la bossa nova. Vaya que sAÂ. Un Brasil que, aun conociendo y respetando las enseñanzas de los sumos sacerdotes del tropicalismo, apunta también en otras direcciones y desarrolla un lenguaje más avanzado. Un paAÂs que asume el ascendente de las viejas vacas sagradas, pero entiende que sus discursos, a estas alturas, resultan más atractivos en los titulares de un periódico que en la soledad del estudio de grabación. Es ese Brasil efervescente, torrencial y vitalista, cosmos en el que conviven la era analógica con el implacable pulso de los códigos binarios, el que ahora abraza y alimenta a un personaje tan atractivo como Cibelle.
Para esta joven paulista residente en Londres, el sonido constituye un reto fascinante que, más allá de las notas musicales concretas, va cobrando forma a golpe de texturas. Intuitiva, traviesa, inconformista, tan pronto entrega piezas de belleza casi desnuda como rubrica pequeñas sinfonÃÂas de cuatro minutos. La norma es que no existan normas. Le halaga hasta el rubor que la comparen con BjA¶rk, pero el de la islandesa no es el único nombre que puede venir a la cabeza escuchando discos como su aún reciente The shine of dried electric leaves. También compatriotas de nueva generación, como Moreno Veloso, o clásicos de vida intensa (Nina Simone, Tom Waits, Ella Fitzgerald) deben de haber hecho fortuna, probablemente, en su iPod.
Para ese segundo trabajo, concebido a caballo entre las dos ciudades ÃĢ€â€œSA£o Paulo, Londres- que marcan sus biorritmos, Cibelle Cavelli Bastos dice haberse sentido como el escultor que va desentrañando un perfil diferente a cada golpe de su cincel. Minuciosa hasta casi la extenuación, sus 13 temas fueron el resultado de año y medio de proceso creativo, un ritmo que ya no se estila en estos tiempos atropellados y urgentes con los que nos ha tocado lidiar.
Desde que el malogrado productor yugoslavo Suba la descubriera para su trabajo Sao Paolo confessions, hace cerca ya de una década, nuestra protagonista no ha dejado de crecer y hacerse grande. PodrÃÂa haber aplicado principios acomodaticios, apuntalar sus avances y disfrutar de una sólida reputación, pero Cibelle es de esas mujeres para las que no caben titubeos en las encrucijadas del camino. Prefiere experimentar, confiesa, el cosquilleo de lo que ella denomina ''estado de renovación permanente''. Hace bien en mirar al frente. Es una actitud que a ella la engrandece como intérprete y a sus oyentes hace más llevadero el devenir por estos andurriales de la vida.